sexta-feira, 27 de fevereiro de 2009

Crêdito


Há uma frase de Chesterton que encontrei no seu livro "Ortodoxia" em que diz:

"Passamos de uma cousa inexplicável a outra cousa inexplicável. Ao que está no meio chamamos-lhe explicação"

Não encontro frase mais certa. E não me canso de repeti-la. Ás vezes rio só pensando no Big-Bang e a maneira em que temos uma explicação que não explica nada. A própria palavra tem ressonâncias de competição desportiva, algo assim como Big-Bang-Boom. Por não falarmos do evolucionismo, que basicamente é uma exposição exemplar da frase de Chesterton. Mas os seres humanos consolamo-nos com este movimento explicativo que nos dá a sensação de que compreendemos qualquer cousa. É como um acto de prestigitação: um movimento de mãos , nada por aqui, nada por ali e, de súbito, aparecem dous coelhos. Ficamos tranquilos. Já temos uma explicação. O prémio de consolação bem amarrado pelas orelhas.

Uma das ciências mais soteriológicas e mistéricas, ciência que produziu em mim perguntas insolúveis e de respostas frustrantes foi e é a Economia. Cousas simples como o dinheiro, a produção de valor, a riqueza nunca fui capaz de comprendê-las bem. Quer dizer, que tenho a sensação de que algures, há algum passo da explicação da ciència económica que não me entra de jeito racional mas que devo assentir com um acto de fé. Ora bem, repare-se que a Economia está cheia de números, gráficos, estatísticas...etc. Tenho a sensação de que tudo isso é para despistar. Há algo muito simples que não quere que se desvele. É como quando se falava em latim na missa para que as pessoas não soubessem o que ali se dizia, não vaia ser que se fizessem realmente cristãs, e então sim que teríamos um problema. Aqui passa-se o mesmo. O Imperador está nu e é preciso investir muito esforço em que não se veja. E não é pouca cousa.

Por certo, e voltando ao de antes. Gosto de esta frase de Marx:

"Sem dúvida não é o macaco o que explica ao homem mas o homem o que explica ao macaco".

E como diria o outro:

-Traga-te essa.

Vi como sufría la gente por no tener una cantidad pequeñísima de dinero. Tenían que pedir prestado el dinero a prestamistas, a usureros. Y los usureros se aprovechaban y convertían a estas personas prácticamente en esclavos, porque literalmente trabajaban para los usureros. Lo poco que ganaban se lo quedaban los usureros y tenían muy poco para sí mismos.
Así pues, tuve una idea. Si les podía proporcionar este poquito de dinero, probablemente las cosas iban a serles más fáciles. Por tanto, hice una lista de personas que necesitaban esta pequeña cantidad de dinero. La lista contenía 42 nombres cuando la terminé, finalmente. La cantidad total de lo que necesitaban era 27 dólares. Fue chocante para mí, porque como profesor de economía enseñaba sobre los planes nacionales de desarrollo de un país, cómo se elaboraba el plan quinquenal, cómo los planes quinquenales cambiaban la calidad de vida de los pobres en Bangladesh. Allí hablamos de millones de dólares, de miles de millones de dólares de inversión. Nunca hablamos sobre menos de un dólar por persona para las necesidades de las personas.


(...)

Así que acudí al banco. Pensé que el banco era la institución adecuada para esto. Se trataba del banco que estaba situado en el mismo campus donde daba clases. Cuando propuse al director que debía dar préstamos a los pobres del pueblo donde vivíamos todos, casi se cayó del cielo. No podía creer siquiera que lo había propuesto. Dijo: “Es imposible. No se puede hacer”. Yo dije: “¿Qué tiene de imposible? Es una cantidad tan pequeña de dinero que tendrá que dar que no les hará daño”. Dijo: “No, no es cuestión de hacernos daño. El dinero no es lo importante. No es la cantidad. Es sólo que en principio no puedo dar el dinero a los pobres”. Dije: “Eso es muy curioso porque se supone que se presta dinero a personas que lo necesitan, y ellos son los que lo necesitan”. Dijo: “No, aunque lo necesiten, no pueden conseguir un préstamo bancario porque no son solventes”. Por tanto, tuve una gran discusión sobre quién merece recibir un crédito y quién no, pero se mantuvo en su postura de que un banco no puede prestar dinero a pobres porque no tienen solvencia.


(...)

Finalmente, en 1976, después de acordarlo todo, di el primer préstamo a la gente a través del banco. El director del banco me advirtió de que el dinero nunca iba a volver, por que cometía un error al dar dinero a los pobres. Por tanto, que me preparara, que nunca vería ese dinero más. Yo dije: “Asumiré el riesgo. No tengo idea de si el dinero volverá o no, pero creo que es legítimo hacerlo”. Y lo hice. Afortunadamente para mí, se devolvió cada penique. No tuve ningún problema. Y me encantó que fuera tan fácil porque todo el mundo me estaba metiendo miedo de que no iba a funcionar. Cuando le dije al director: “Mira, me han devuelto cada penique, ha funcionado”, éste dijo: “Bien, puede que haya funcionado en un pueblo, porque es pequeño, y vas detrás de todo el mundo para que te lo paguen, pero si lo haces en dos pueblos no te lo devolverán”. Así que dije: “Vale, lo intentaré en dos pueblos”. Lo probé en dos pueblos, uno al lado del otro. Y seguía funcionando. No le impresionó en lo más mínimo. Dijo: “Quizás lo debes hacer en cinco pueblos”. Así que fui, y lo hice en cinco pueblos para convencerle de que funcionaba. Funcionó, pero no quedó convencido. Seguía aumentando el número cada vez que me parecía que ahora el banco iba a aceptar el hecho de que los pobres merecían recibir préstamos porque me habían devuelto el dinero sin ningún problema. Cada vez decía que no, que tenía que hacerse en otro número de pueblos.

(...)

Por tanto, llegó el momento en que empecé a pensar, ¿por qué intento convencerle a él? ¿Por qué se habían vuelto tan importantes sus decisiones para mí? Al principio no tuve idea de si iba a funcionar o no. Pero ahora, después de realizarlo unas cuantas veces, en muchos pueblos, estoy totalmente convencido de que lo que veo es lo correcto, de que lo que estoy comprobando es la realidad. Lo que él decía era totalmente fabricado, una completa mentira, una postura sin fundamento.

Eu gosto especialmente destas frases:

Nuestra banca se basa en la confianza. No nos basamos en garantías. Esto lo he explicado. Pero no he explicado una cosa más. Nuestro sistema no está basado en un instrumento legal tampoco. No existe un instrumento legal entre el prestador y el prestatario. Intente convencer a un banquero convencional de que le dé un préstamo pero que no le pida que firme nada. Tendrá miedo. ¿Cómo se puede hacer ese tipo de cosa? Necesitamos el documento por que la presunción es que en algún momento se dejará de pagar y me iré al tribunal para asegurar que se me pague, ya que recuperaré el dinero de todas formas por orden judicial. Pero no tenemos ningún papel de este tipo. Si alguien no nos devuelve el dinero, no acudimos al tribunal. No hay ningún papel que nos apoye ante un tribunal. Así pues, diseñamos todo en base a la relación humana, y funciona. Me pueden decir: “¿Qué pasa si nadie le devuelve el dinero, que todo el dinero que ha dado no vuelve?” Digo: “Porqué debo preocuparme por eso? Si me preocupo por eso no dormiré por las noches, pensando que todo el dinero que he dado no va a volver nunca. Ahora duermo muy bien. Sé que se va a devolver cada penique”. Eso es lo que ha pasado durante los últimos 26 años y seguirá pasando así. No tengo ninguna duda, en ningún momento, de que algo vaya mal, porque el sistema funciona así

E também, em resposta sobre a possível carga que supunha para a mulher o sistema de microcréditos:

Que el microcrédito ha aumentado la carga que pesa sobre las mujeres. Una vez más, se trata de una elección. La mujer puede elegir. Nadie le obliga a hacerlo. Lo único que decimos es que le damos prioridad, pero sólo después de conocerle y hablar con ella. Si no piensa que quiere aceptar el dinero, tener unos ingresos independientes, tomar un préstamo-vivienda, todo depende de ella. Nadie puede obligarla a hacerlo. Cualquier éxito, cualquier logro es también una responsabilidad. No puedes evitar asumir una responsabilidad y de repente encontrarte con el éxito. Cualquier cosa, incluso ir a la escuela, supone una carga. La carga es que tienes que ir a la escuela, tienes que aprobar los exámenes, hacer los deberes en casa. Si no, no haces nada. Pienso que en lugar de verlo como una carga, las mujeres que yo veo lo consideran una oportunidad, una oportunidad para la vida. Esa es la única razón por la que el banco del tipo Grameen funciona. Si no, ¿porque debe la gente devolver el dinero? Falla toda la lógica. No hay un instrumento legal, no hay bienes en garantía Se ha recibido el dinero y ahora lo está devolviendo. ¿Cuál sería la razón detrás de ello? ¿Por qué va alguien a devolver el dinero cuando la lógica dice que debe guardarlo y olvidarse del banco, olvidarse de todos los demás? Mi explicación es que los prestatarios sacan tanto beneficio del préstamo que no quieren que la puerta se les cierre. Este es el argumento más importante, la razón mayor, por la que la gente devuelve el dinero: no sólo quiere que la puerta siga abierta, sino que se abra cada vez más. Están orgullosas de cuidar de si mismas. Por primera vez sienten que han logrado hacer algo. Ser una mujer, una niña, en una familia en Bangladesh es una experiencia bastante aterradora para cualquiera, porque todo el mundo le dice que al ser una niña 17 ha llevado la miseria a la familia, que ha llevado la desgracia a la familia, que debía haber sido un niño en lugar de una niña. Sufre esta condena constantemente porque es niña. Y esa niña, que ha comenzado su vida con la sensación de no ser nada, cuando sienta por primera vez que no es tan inútil como todo el mundo le había dicho, siente por primera vez que es alguien. Puede asumir el control de sí misma y puede lograr cosas. Por tanto, diría que este planteamiento de que el préstamo sea una carga no es realmente lo que siente la mujer. Puede salir de alguien de fuera que no está implicado y que lo vea así. Por primera vez, las mujeres han podido establecer su condición de ser propietarias. En el contexto de Bangladesh, las mujeres no son propietarias de nada. Cualquier cosa que es de la familia pertenece al marido. Una mujer no puede decir prácticamente que tiene nada suyo, y aunque lo tenga, tiene un miedo a muerte de reclamarlo. El Banco Grameen le establece como el titular legal de bienes, porque tiene todos los documentos. Se trata de su propio préstamo, su posesión. Ella es la propietaria y sus ahorros en la cuenta están a su propio nombre. Ha elegido el heredero de sus bienes, sin dejarlo a la ley de la herencia. Ha seleccionado, en caso de su propia muerte, tal persona o tales personas que heredarán todos sus ahorros, lo que tenga en su cuenta bancaria. Así pues, una mujer que nunca había tenido una cuenta bancaria en su vida, ahora tiene una cuenta y unos ahorros en la misma. Mujeres que nunca habían tenido una casa en su nombre ahora la tienen, ya que cada casa para la construcción de la cual el Banco Grameen concede un préstamo-vivienda es propiedad de la mujer prestataria. Sin tener la escritura del título de propiedad a nombre de la mujer no le damos el préstamo. Así pues, es la dueña de la casa. Las mujeres son las propietarias del medio millón de viviendas para las que hemos dado préstamos. Ahora es propietaria, una persona respetable. Por primera vez es elegida a algo. Nuestros grupos consisten en cinco personas y las cinco eligen una presidenta. Una pobre nunca es elegida a nada, no sabe que a nadie le interese lo suficiente para ser elegida. Pero por primera vez es elegida presidenta. ¿Soy la presidente? ¿Realmente? ¿Podré hacerlo? Se pone muy nerviosa, pero después de un tiempo empieza a disfrutarlo porque todo el mundo le consulta porque es la presidenta. Cuando llegue el final de su mandato y se elija a la siguiente presidenta realmente se siente triste por tener que ceder el puesto que ha disfrutado tanto. Luego, puede ser jefa de centro, que es la jefa de 40 mujeres en un conjunto más grande de grupos. Ella disfruta de estas cosas, que como individuo nunca tuvo. Hoy, no sólo eso, están las elecciones locales. Cuando Bangladesh celebró sus últimas elecciones locales, muchas de las prestatarias del Banco Grameen se presentaron. Más de 2.000 miembros del Banco Grameen fueron elegidos a los órganos locales. Así pues, esa persona tímida, que tenía miedo a hablar incluso, a raíz de sus experiencias y de tratar las cuestiones de los grupos y del centro, desarrolla dotes de liderazgo y se presenta a las elecciones públicas, junto con muchas otras personas que se presentan también, y sale elegida. Éstos son los cambios. Si sólo se mira el aspecto de carga, se pasa por alto el aspecto del placer, de la ilusión. Muchas gracias

E finalmente:

Desgraciadamente, me he estado pronunciando en contra del bienestar público. Digo que las subvenciones públicas tienen su momento y su lugar. Para mí, cualquier programa de bienestar público o de subvención tiene que tener un límite en el tiempo. No puede durar un tiempo ilimitado. Cuando las personas tienen serios problemas y no tiene ninguna ayuda ni viene nadie a ayudar, el estado puede intervenir para ayudar a la persona a que rehaga su vida de nuevo, pero no para que dependa del estado o de ninguna otra persona de forma permanente. La razón por la me opongo a subvenciones a más largo plazo o permanentes es porque un perjuicio que causan las subvenciones es que quitan la iniciativa de las personas. Las personas ya no luchan por conseguir algo. No luchan por su dignidad, o por poder asumir el control de sus vidas. Las personas no se organizan para lograr algo, porque las subvenciones no requieren eso. Veo el bienestar público permanente casi como un parque zoológico humano. En el parque zoológico se ven animales muy sanos, les dan de comer todos días y demás. Están lustrosos y sanos, pero no tienen la vida que deberían tener. En una situación de beneficencia, una situación de subvenciones, puede que las personas sobrevivan, pero no están utilizando sus instintos humanos y el elemento humano que tienen. La vida de la persona es un placer cuando va logrando algo, cuando está luchando para conseguir algo. Y eso es lo que las personas deben hacer. Eso es lo que diría en cuanto al bienestar público. Lo importante es que el estado crea un entorno que habilite a la persona para que él o ella pueda cambiar su mundo él o ella sola. En lugar de hacer eso, decimos, bien, ni lo intente, le cuidaré. Creo que perjudica a la persona. Quita la dignidad humana de la persona. No quiero quitar la dignidad humana, sino me gustaría reforzarla. Toda la sociedad debería aplaudir que, efectivamente, ha ganado su primer euro, en lugar de decirle, vale, aquí tiene un euro. No sería el enfoque adecuado.

Como terás já adivinhado trata-se de Muhammad Yunus.

http://www.eumed.net/cursecon/textos/yunus_frdp.pdf


1 comentário:

Esdedesear disse...

La determinación. Es un tema al que doy vueltas. Todo lo que merece la pena se debe a determinacíones como la de Muhammad Yunus.
¡Qué buen rato leyendo estas cosas!
Por cierto hay una entrada reciente de G.Pin: El peso de la incertidumbre filosófica, por si te interesa verla. Un abrazo.