O imperador da China encontrava-se à beira da morte. Os sábios e médicos da corte procuravam uma solução mas o homem piorava. A situação era políticamente instável e alguns ministros tomaram a decisão de procurar um médico fora dos muros da corte. Decisão muito arriscada mas que foi necessária dada a difícil situação que atravessava a nação.
Pouco depois os espiões do reino chegavam com a informação de que um escuro médico de um bairro da cidade de Pekim podia ser o homem que precisavam. - Que venha imediatamente- disse o primeiro ministro. Já tinha que estar aqui! E aí podéis ver um homem de mediana idade, de cabelos grisalhos, aspeito singelo e modos naturais, sem afectação alguma. Era como se a presença na corte o intimidasse mas, ao meso tempo, não lhe causasse impressão. Estranho paradoxo que tem uma explicação: ao seu lado os homens pareciam vulgares e isso avergonhava-o. Era como se interiormente disesse: - Desculpem, não foi ideia minha o de estar aqui. Não quero incomodar os seus assuntos.
Por outro lado podia sentir a inveja e a expectação malevolente dos cortesãos. Bem, o caso é que o médico achegou-se ao imperador e deu-lhe a beber uma poção, que renovou durante três dias.
Mas não houve sorte, pois o imperador foi informado de que o médico oculto acabava de falecer. Todos olharam para o irmão, ainda presente. Este falou: - Agora compreendo as palavras do meu irmão quando dizia que na verdadeira medicina era o médico o que pagava.
2 comentários:
Yo, aunque parezca increíble tengo un médico así. Pertenece al seguro(de funcionarios) y no me cobra, y creo que no soy la única, podría hacerlo pues yo no tengo que desembolsar dinero cuando le doy la tarjeta, como es sabido.
Tiene otro salario, un salario pequeño , que podría aumentar con las consultas, pero no quiere hacerlo.
Ni siquiera quiere hablar del tema cuando le preguntas. Da la impresión de que no quisiera establecer una relación comercial con el paciente, y además es un estupendo médico y te escucha.
Al principio solo era mi médico ahora es también mi amigo. Y le admiro mucho. Un abrazo.
Ya no quedan médicos así, Conchita.
Mi bisabuelo también era médico, era un médico rural que iba a caballo a atender a los pacientes. Nunca cobraba a los que no podían pagar, de manera que no hizo dinero. Pocos podían pagar en aquella época. Llegó a atender a Valle- Inclán cuando la gripe del dieciocho.
Murió en acto de servicio (de un infarto) a las tres de la mañana en la casa de un paciente que lo había llamado. El cogía su caballo Careto (porque era blanco y tenía la cara negra como si fuese una máscara) y salía a donde lo llamasen en la zona de O Mosteiro, a unos km de Cambados. Tenía cincuenta y seis años cuando murió y era recordado en la Facultad de Medicina de Santiago como uno de los estudiantes más brillantes que habían pasado por allí en muchos años. La nota más baja que sacó en toda la carrera fue un Notable en Lengua alemana.
Pero el hubiese querido ser abogado, sólo que en aquella época se morían de hambre. Una vez preparó un escrito para un paisano como informe para un abogado de Pontevedra. El abogado cuando lo vio dijo: - ¿Quien le hizo esto?
El médico de la aldea, dijo el paisano. Dígale, dijo el abogado, que se equivocó de carrera.
En fin, Conchita, los buenos médicos y las buenas medicinas nacen del corazón. Eso está claro. Quizá haga un post sobre mi bisabuelo. Un abrazo, Conchita.
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